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BIBLIOTECA Y MODERNIDAD

Noto para investigadores,

eruditos, estudiantes

que preparan tesis, o

simplemente gente curiosa

3Sabfa usted que las b6vedas

guardan celosamente cartas

personales

d~

Nicolas de Pie–

rola? Unas

165

remitidas y unas

4.754

recibidas . El «Califon era,

en efecto, inmensamente popu–

lar. 3Se sabe acaso que hay en

nuestros archivos

539

folios y

197

documentos que corresponden

al «Partido Dem6cratan? Pero

en el mismo lugar, tenemos por

el estilo, archivos de Bustamen–

te y Rivero, el valiente general

Andres Avelino Caceres, de un

personaje tan inmenso como

Augusto B. Legufa, nos guste o

no, el modernizador de los anos

veinte (y modestamente, cuatro

veces presidente de la Repu–

blica;

1909- 1912; 1919- 1924;

1924-1929; 1929 - 1 930) ;

de Ma–

riano Ignacio Prado, del general

Luis M. Sanchez Cerro.

Pero eso no es todo. Se sabe

acaso que nuestro archivo hist6-

rico-literario, en b6veda, y con

inventario hay cartas de gran–

des personalidades de nuestra

vida intelectual, sin deseo de ser

exhaustivos, la correspondencia

del sabio Luis Alayza y Paz Sol–

dan, y entre otros, sus apuntes

geograficos (

13.143

documen–

tos) , del gran novelista y polfti–

co de convicciones , Ciro Ale–

grfa

(6 .396) ;

del sabio Santiago

Antunez de Mayolo; y para no

extender esta simple nota, de

Carlos Alberto Arce, Jose Se–

bastian Barranca; Zoila Aurora

Caceres; Marco Aurelio Cabe–

ra, Jose Marfa Eguren, Ventura

Garcfa-Calder6n Rey; Manuel

210

Gonzalez Prada , Juan Mejfa

Baca, Federico More, Ricardo

Palma, Mariano Felipe Paz Sol–

dan, Hipolito Un6nue, Abraham

Valdelomar.

Estas tambien son joyas. Co–

lecciones formadas al azar de

las donaciones familiares . Nos

pertenecen y al publico. Cono–

cido este archivo de un punado

de investigadores que lo hon fre–

cuentado sin agotar su riqueza,

lo decimos en este libro para pu–

blico conocimiento. Para suscitar

sana emulaci6n y nuevas investi–

gaciones. Claro esta, este archi–

vo, su frecuentaci6n, requiere del

came de investigador, que es un

tramite mfnimo pero necesario.

Se critica con frecuencia a la

BNP por esta exigencia, que no

rige para el resto de solos. Pero

debe saberse que en todas las

bibliotecas publicas del mundo,

este requisito es exigido . Pero,

muy peruanamente, convertimos

en extraneza lo que es practica

corriente en otros pafses con cul–

turas menos dados a la queja.

Lo que sf es cierto que nunca se

ha dicho, como lo estamos ha–

cienda aquf, sin secretismos, que

esos fondos existen. Al reves del

pasado, lo decimos. Vengan a

leerlos, y que se escriban libros y

tesis desde estos archivos. Espera–

mos a j6venes ya investigadores

mayores, por igual, con los brazos

abiertos, y acaso, una taza de

reconfortante cafe, en el local

del vestfbulo que hemos habili–

tado, como en todo centro de

cultura en el ancho orbe, para

que los que vengan a investigar

se sientan c6modos y como en

casa. La lectura no debe servivi–

da como una tortura sino como

un placer, que lo es. Siempre y

cuando existan los servicios higie–

nicos y de restauraci6n mfnimos

en el contorno de las tranquilas

solos de lectura. Un contorno

agradable, acogedor.

Dos cortas correspondientes al orchivo Hipolito Unanue.

Joyas de la Biblioteca