mayor, la educación. Libros, cátedra, fondos bibliotecarios. Todo puesto a
disposición de esa alta meta. Y aquí, no por azar de sociólogo,
mi
amigo y colega
Osmar Gonzales, acude a nn truco de sociólogo. Es decir, los tipos-ideales.
Somos gente de la observación pero tmnbién de la comprensión. Nos separmnos
del sentido común. Nos interesa la relación entre el individuo y la sociedad. En
consecuencia, agrupmnos tres categorías que no son visibles, pero ayudan a
comprender la realidad. En lo que llmnó
J'vfax
Weber, los tipos-ideales, nn concepto
riesgoso de nuestro oficio porque se presta a malas interpretaciones, no quiere
decir lo ideal ni lo mejor, sino nn mixto de observación pura y relaciones históricas
y contingentes (<<Dictionnaire de Sociologi.e». Boudon / Bourricaud) Así, Osmar
Gonzales categoriza ante lo que llama la «reducción del espacio ciudadano, del
demos». Dice lo siguiente. «Existen dos propuestas de violencia política
igualmente alienantes pero distintas: las instituciones totales y las voraces». El
plliner término lo toma de Erving Goffman, son las sociedades del encierro, los
cuarteles, los conventos y los manicomios, los lugares donde los individuos son
confinados y «solo es posible la obediencia absoluta>>. La otra institución rival y a
sumodo no menos infernal, es lo que describe Lewis A Coster, las instituciones
voraces. Las que no llnpiden el movimiento de los individuos, poco les llnporta,
porque han capturado previmnente <das ahnas y las volnntades».
¿No
es eso muy
claro? Se refiere a las religiones fundmnentalistas y los partidos de ideologías
duras. Así, nna biblioteca de público acceso, es la cura en salud de mnbas
tentaciones. Que el lector saque sus propias conclusiones. Amenos bibliotecas
concebidas como espacios de aprendizaje de la libertad individual, del derecho de
pensar por su propia cuenta, de educarse sin falsos maestros ygurús;más esclavos
del ahna; más gente que se arrogue la potestad de matar a los otros en nombre de
alguna oscura creencia política. Los 70
mil
muertos de la guerra civil con Sendero
son más que el ahorro en gastos de bibliotecas para el pueblo.
Otros textos estupendos que son contribuciones al estudio de Basadre. El de
David Sobrevilla, sobre la idea misma de la promesa de la vida peruana. Sobrevilla,
con el rigor del filósofo que es, estudia la estructura y el contenido de ese ensayo.
La idea basadriana de la promesa y de su contraparte, la decepción de la vida
peruana. Luego, la explicación de la misma decepción. El progreso es lento, señala,
las caídas múltiples.
Fernando Silva Santisteban, en homenaje de historiador al historiador, avanza en
el análisis de los liberales del XIXen E asadre, acaso porque esa condición espiritual,
la
de ser liberal, se
ha
invocado mucho en los tiempos presentes. Debate doctrinario
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