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desorientados, fomentar la disciplina en el trabajo, estimular el afán para

saber y hacer bien las cosas y así ofrecer, año a año, frescos contingentes que

sirvan para el ejercicio de nuevas actividades o el reemplazo de quienes se

alejan por una razón u otra y erradicar lentamente sobre todo el país y

eliminar la peligrosa tendencia a los nombramientos arbitrarios debidos al

variable favor de la política.

32

GP:

2

·Cómo debe ser un buen bibliotecario?

JB: Para ser bibliotecario -preciso es decirlo annque sea harto conocido- se requiere

como requisito fundmnental

el

mnor al libro, sentir ante élnna especie de placer

casi físico y al mismo tiempo hondo e insondable. No basta, sin embargo.

Preciso es saber. Así como hemos ehminado en este país a los civiles que recibían

grados sin haber pasado por la Escuela J\1ilitar y a los que curaban enfermos sin

título de la Facultad de Medicina, llegaremos nn día a no comprender al que

;;

dentro de nna biblioteca carece de formación profesional.

GP:

2

-Fue usted marradopor la Biblioteca Nacional?

JB: Colocándome en nna actitud cínica, llego a veces a preguntarme: ¿Qué habría

sido yo si no voy a la Biblioteca arrasada en

1943:

nn bibliotecario de la Universidad,

expulsado por obra y gracia de rm artículo «ad hoo>; nn catedrático a quien jamás

dejaron ser Decano, Director de Departmnento o Rector y que no pudo serlo

como resultado del hecho de que no pertenecía a ninguna camarilla ni adulaba a

nadie; rm escritor de relieve aldeano desde la perspectiva de la República, de las

letras de habla española? Porque

el

nombramiento de J'vfinistro de Educación de

1945,

estuvo vinculado al realce que la Biblioteca Nacional me otorgara. Exento

de poder económico, social o de partido, sin gravitación influyente sobre los

grandes diarios, provinciano, lejos de los contactos familiares o de intereses que

representan. algo así como nna capa subterránea para estllnular

el

crecimiento de

algunos hombres, habría vegetado dentro de las cuatro paredes de la insignificancia.

Si mi obra de historiador me condujo en

1943,

a Director de la EN sin que yo me

percatara, cargo al que, lógi.cmnente, tenía acceso por la especialización hecha en

Estados Unidos en

1931-32,

este episodio no sería más que rm ejemplo más de

Basadre 1967: 25

Basadre 1978: 402

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