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Placer que siente el hombro en ser amado,
I en amar a su vez? Almas aetiras
Siempre ha querido la amistad ardiente;
No vive, nó, en la sombra del desierto:
Su reposo es un crimen. ¿Por 1entura
Las virtudes estériles merecen
El nombre de virtud? En todas clases,
En todas las edades i países
Déboso el hombro al hombre: el indijente
Derechos tiene sobre el rico -vano,
Tiénolos sobro el sabio el ignorante,
Los súbditos tambien sobre los reyes.
¡Tú duermes i no observas cómo jimen
Cerca do tí
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míseros mortales!
'
Ve como el mundo entero está entregado
A un cúmulo de errores. ¡I tú duermes!
¡
I nosotros lloramos!
¡
Ai! ¿No escuchas
Los dolorosos gritos cual resuenan?
¡Cuántos huérfanos pobres! ¡Cuántas madres
Moribundas! ¡oh Dio.s! ¡Cuántos ancianos
Consumidos del hambre! En las prisiones
Mueren mil inocentes ; mil familias •
Errantes vagan, i sustento piden.
¡
Ai ! teme que sus sombras il:ritadas
Alguna ' ez su muerto te r eprochen.
Temo tambien el torcedor cuidado
Do la conciencia que se1era acusa.
<l¿He
de sacrificarme por ingratos?
Con arWicio pérfidos celosos
Por su propio interés tan solamente,
En el seno del mismo que les diera
La vida i bienestar, con falsa risa
Sepultan el puñal.
No
hai medio, todos
Víctimas son, o déspotas feroces.
Bajo el perrerso con dolor al justo
Se oye jemir; al mérito persigue
Rastrera la ignorancia; al oro cede
El acendrado honor, i al 1er triunff}inte
Al crimen, mi virtud se desamina.
Déjame pues morir en mi retiro.))
¡Pusihinime, así temiendo el vicio
Huyes de los perversos! ¿Qué seria
Del mundo ¡ai Dios! si la virtud modesta