I
•
-
123
----
Que la sola en el mundo c¡ne podfa
Con este dulce nombre
ac~riciarle,
De la fatalidad la mano impía
Decretó al infeliz arrebatarle
De su existencia en el naciente día.
I en vano del infante, estraviados
Acá i allá divagnrán los ojos,
.De su perdido bien tristes despojos;
Tan solo allá i acá verá sembrados
Senderos de agudísimos
abrojo~.
I al cruzar en su suerte desdichada
Estos senderos de dolor, sin guia,
En vano al r ecibir una punzada,
Al cielo elevará su alma angustiada
La plañidera voz de ¡madre mia
!
Mas Dios atento a su doliente anhelo
Por única respuesta a su querella
Descorrer á del porvenir el velo,
:Mostrándole a su madre que del cielo
Guia sus pasos cual brillante estrella.
ANTONIO ALTADILL.
La locomotiva.
Cuartetas endecasílabas en ql1e vienen aconsonantados los versos
impares i asonantados los pare.s.
Ni el cóndor de los Andes que alza el vuelo
Desde su nido hasta la azul r ejion,
I rasgando la t.única del cielo,
Hiende las nubes que ilumina el sol;
:Ni el fiero musulman de tez JllOrena,
Cabalgando en el árabe corcel
Que corre i graba en la movible arena
La mec1i8' luna de su herrado pié;