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Que la sola en el mundo c¡ne podfa

Con este dulce nombre

ac~riciarle,

De la fatalidad la mano impía

Decretó al infeliz arrebatarle

De su existencia en el naciente día.

I en vano del infante, estraviados

Acá i allá divagnrán los ojos,

.De su perdido bien tristes despojos;

Tan solo allá i acá verá sembrados

Senderos de agudísimos

abrojo~.

I al cruzar en su suerte desdichada

Estos senderos de dolor, sin guia,

En vano al r ecibir una punzada,

Al cielo elevará su alma angustiada

La plañidera voz de ¡madre mia

!

Mas Dios atento a su doliente anhelo

Por única respuesta a su querella

Descorrer á del porvenir el velo,

:Mostrándole a su madre que del cielo

Guia sus pasos cual brillante estrella.

ANTONIO ALTADILL.

La locomotiva.

Cuartetas endecasílabas en ql1e vienen aconsonantados los versos

impares i asonantados los pare.s.

Ni el cóndor de los Andes que alza el vuelo

Desde su nido hasta la azul r ejion,

I rasgando la t.única del cielo,

Hiende las nubes que ilumina el sol;

:Ni el fiero musulman de tez JllOrena,

Cabalgando en el árabe corcel

Que corre i graba en la movible arena

La mec1i8' luna de su herrado pié;