DE SAN AG·USTIN.
«XXV
lataba de dia
en
dia
la
expo~
sicion del
Salmo
ciento
diez
y
ocho ,
no
tanto
por la exten–
sion que todos
advierten en
él,
quanto
por
la
profundidad
de su sentido , que
pocos
pue–
den conocer. Y
aunque
mis
hermanos
llevasen
muy
mal,
que_
faltase solo
ella
para com–
pletar
el cuerpo de
mis
opús~
culos , por lo que
respeta
á
al
paso que iba diciendo, lo notaban.
Es–
to
era causa de que se mirase aun en lo
que decia de pronto y sin meditacion,
como lo insinúa en la exposicion del
ci–
tado Salmo )
1
por estas palabras:
debe–
mos atender no solo
á
los que oyen
,
sino
á
los que lean
;
porque ha sido gusto de
mis hermanos no recibir solamente con los
oidos,
y
en el corazon lo que digo, sino que
•
tambien se conserve por escrito.
civ