DE SAN AGUSTIN.
I
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Mas atended lo que añade la humil–
de piedad ,
ó
pia humildad ,
y
la fe
conocedora de la gracia:
OJAL A,
dice,
SEAN ENDEREZADOS
MIS C¿11VIINOS
Á
GUARDAR
VUESTRAS
J .USTIFICACIO–
NES. .
Vos lo habeis mandado; pero
ojalá se me conceda lo que mandas–
teis.
En
oyendo-
OJALA,
reconoce
la voz del que desea ;
y
·conocida,
despréndete de la soberbia
presun–
tuosa .. Quién á la verdad dirá ' · que
desea aquello que de tal suerte lo
tiene en su poder, y arbitrio , que
puede hacerlo sin que le ayuden?
Luego
si
el hombre desea tener lo
que Dios manda , debemos rogar
á
Dios, que él mismo nos dé lo que