Garcilaso.
SALICJO.
Aunque pedir
tu
eso no
es
cordura,
Yo seré dulce n,.as que sano amigo,
Y daré
bien lugar
:Í
tu
tristura.
ALBANIO.
Ora,
SAucro,,
escucha lo que digo:
Y,
vos;6 Ninfas destc bosque umbroso,
A
do
quiera qu·e
estéis, estad conmigo.
Ya
te
conté el estado tan dichoso
A do ·me puso amor,
si en
éiyo
firme
Pudiera sostenerme con reposo.
Mas como de ca:llar
y
de encubrirme
De. aquella por quien vivo, me encendfa,
Llegué
ya
casi al
punto
de morirme.
Mil
veces
ella pteguntó
que
había, _
Y me rog6 que el mal le descubriese,
<2l:!e mi rostro
y
color le descubría.
Mas no acabó con quanto me dixese,
Qge de mí
á
su pregunta otra respuesta.
flkie un sospiro con lágrimas h ubiese.
Aconteció
que en ttna ardiente siesta,
Viniendo de la
caz~
fatigados,
En el mejor lugar desta floresta,
Q8e
es este donde estamos asentados,
A;la sombra de un árbol aflojamos
Las cuerdas
á
los arcos
trabajados~
En
~quel
prado allí nos rcdinamos,
Y del
Zé~r<? fr~co
recpgicndo
D3
El