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Obras de ,
De
otra por socorrerse, la porfía•. -
Al
fin
la fiera lucha
á
despartirsc
'
Venia
po~
nuestra mano,
y
Ja cuitada
Del bien hecho empezaba
á
arre pentirse.·
¿~.e
me dirás,
si con
SU
ma no
aJZJda
Haciendo
la noéturna
centinela,
La Grulla de
nosotros
fue
engañada~
No aprovechaba al Ansar la cau
t'ela,
~¡
·ser
siempre
sagaz
descubridora
De
npéturnos engaños
con
su vela.
(7)
Ni al blanco Cisne que en las
aguas
mora,
Por no morir como Faeton en fuego,
D el qnal el triste caso canta
y
llora.
2Y
tu
Pe rdiz cuitada, piensas luego (8)
~e
en huyendo del techo
está~
segura?
E n
el campo turbarnos
tu
sosiego.
A niogun ave 6
animal
·natura
Dot6 de tanta astucia , que
no fuese
Vencido al fin de nuestra astucia pura.
Si
por
menudo
de
contarte hubiese
Bas-
(7)
Teniendo los Galos si tiado el Capitolio, lo as:tltarott
u na
noche
lJUe las
ceatindas estaban dotm i
<l.as1
pern
lo.5 An–
sares ron
su.~
g;raznidos despertaron
á
Mánli
o, que con sus
~o~
m :rnos rechazó el a5alto.
·
(R)
Un criado de Dédalo inventb la Sierra. Su amo d e en–
vidia le
arrojó
de
uaa torre abaxo : los
Dios.esle c;:onvirriero1'
=n Perdiz ;
y
por eso estas ayes hacen sus nidos en el suelo,
d.~
>.niedo de
la s
caídas.
Cuéntalo Ovidio en sus
T r1msformacioues
lib.
VIII.
Antiquique memor
metu~t
sublimia casus. &c.