Discurso III.
vertidos en comer , beber ,
y
jugar (
1 ).
5
3
Seda injurioso
a
la razon ,
y
huma–
nidad hacer este numeroso Pueblo tan torpe,
que no creyese que aquella imagen de becer–
ro,
que acababa de formarse de los ajuares de
sus mugeres , y nifios, era el Dios,
que
por
medio de tantos prodigies les acababa de
li–
brar del tirfoico cautiverio · de Egipto.
Y
si
es to no creian ,
i
en
que
otra cosa pensaban
que en adorar al verdadero Dios que obraba
en ellos tantas maravillas por medio del culto
de aquella imagen? Dirigian , pues , sus inten–
ciones al Altisimo , torpernente errando en los
medics de su culto. Aquel siC!lulacro era una
imitacion del Apis que los Egipcios adoraban,
y
por cuyo medio creian dar
culto al Supre–
mo Arquitecto del mundo, dador de todos los
bienes,
y a
cuyo culto los Israelitas viviendo
entre ellos estaban acostumbrados. Como no
podemos persuadirnos que .los Israelitas fixaban
su
intencioa en el
bece~ro
, reconociendole
por su libertador ,
y
obrador de tantos prodi-
gies,
(I)
Surgentesque mane obtulerunt holoca.usta
&
hostias pa–
cificas,
&
sedit populus maAducare
&
vivere ·,
&
surrexerunt
ludere.
Ex-odi c-ap.
32.
v·.
6.