106
Discurso
II.
7 Refiere Rufino en su Historia Eclesias–
tica, que en otros tiempos , suscitadas varias
controversias entre los Caldeos,
y
las Regiones
vecinas sobre la veracidad de su religion , 6
mas propiamente sobre su Teologla , los Cal–
deos se llevaban el triunfo con la apariencia
de que el fuego en quien creian ex1stente
Di–
vinidad , devoraba Ios !dolos de madera , oro,
plata ,
y
piedra, que otras gentes adoraban,
de que concluian no eran Dioses los que no po–
dian resistir al poder del fuego ,
y
lo era el
fuego, que podia convertirlos en ceniza. La
experiencia estaba tan pronta por los Caldeos,
que en ella tenian asegurado su vencimiento.
Un Sacerdote Egipcio , llamado Canopeo , no
<ludo provocar
a
los Caldeos
a
experiencia con
la estatua de un
Dios
a
quien llamaban Me–
nelao ,
y
aceptado el desafio por Ios Caldeos,
bien asegurados que nada podrfa resistir al foe..
go, se destin6 el dia. Habia el Egipcio astu–
tamente colocado en la cabeza del 1dolo un
gran dntaro lleno de agua con muchos agu–
geros tapados con cera, de aquellos con que
esta Nacion acostumbra filtrar las aguas del Ni–
lo para
SU
servicio. Aplicado el fuego
a
la es–
tatua , liquidada la cera que tapaba los aguge-
ros