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'57

hombres el obligarles

á

creer , que

el Hijo de Dios havia tomado una

carne humana ,

y

que la havia de

entregar

á

la muerte , sin añadir

á

la pena de vér mortificar esta car–

ne,

y

derramar inhumanamente es–

ta

sangre, el rigor de haverla de

comer,

y

beber. Porque vé ahí pre–

cisamente lo que les obliga, no

á

decir : esto

es mucho ; es in–

cretble ; es imposible : sino ma3

bien , es cosa dura el haver de to–

mar por la boca la carne ,

y

la

sangre de un hombre. ·Y si esta di–

ficultad no

se

hallaba efeélivamen–

te en el misterio del Salvador, no

se podia explicar ni harto clara,

ni harto

prontamente semejante

discurso.

No permitaís que asi sea, Sal–

vador mio. Yo o"igo sin dificultad,

que es necesario acordarme de vues–

tra muerte : contemplar con la fé

en vuestra carne llagada,

y

en vues–

tra sangre derramada ,

y

que de ese

modo me haveis rescatado. Asilo

ha-