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clo
al parecer
de la
palabra
conve,·–
sion
de que Jesu-Christo se havia
servido ; lejos de pensar , que po-,
dia caer tanto mas peligrosamente.,
quanto estaba mas levatitado ; no
piensa en otra cosa, que en ostentar
valor;
y
asi olvida la gracia, que
era la que unicamente le podia sos–
tener.
Los excesos ,
y
demasías de su
presuncion , se declararon mas:
y
obligaron á su Maestro á retirar de
él su mano por un momento. Pero,
su caída no impidió el efeéto de las
, promesas,
.é
intenciones de Jesu–
Chsisto; porque aunque por tres ve~
ces negó que lo conocia ,
y
la ulti–
ma con blasfemia,
y
execracion:
de
suerte, que en este genero de delito,
no puede caber mas; Jesus, que pe–
netra los corazones, con solas sus
ojeadas le reservo una de las mas
eficaces ,
y
mas tiernas:
y
aquel
hombre tan encaprichado de sí mis·
mo ,
y
de su valor,
se
retira hecho
un
mar
de lagrimas : de forma,
que
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