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tador; preciso
es ,
que muera ; por~
que el Testamento no es valido , ni
recibe su vigor , sino mediante la
muerte del Testador : Hasta enton–
ces, está sin efeéto alguno,
y
aun
se puede rebocar. Lo que lo hace
sagrado , é inviolable ; lo que le
dá su pleno,
y
entero efeéto,
y
constituye al heredero dueño de la
hacienda que le deja el Testador, es
la muerte : pues
iodo
eso se cumple
perfeétamen.teen Jesu-Christo, da–
do que muere para asegurarnos
nuestra herencia. Por lo mismo el
antiguo Testamentq, que havia de
ser figura del nuevo , no se consa–
gró sin sangre. Todo el Pueblo,
y
aun el Libro mismo de la Ley , en
donde se contenia la promesa de
la herencia , fue santificado con la
aspersion de aquella Sangre : Todo'
- estaba ensangrentado ,
y
en todas
partes se veía la imagen de la muer·.
te ;·
y
rociando despues Moysés con
la sangre el Libro de la Alianza , le
dió el
caraéter
de Testamento, di-
cien·