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mento
un no sé qué , que me mue–
ve, y enternece. Aquí hay un Tes-,
tamento , que es la seguridad de mi
herencia ;
.pero ha de costár
la
muerte al que lo hace. Abro tam–
bien
la
divina Epistola á los He-–
breos ,
y
encuentro en ella estas
palabras:
·En donde hay Testamen-
Heb. ,x.
16 •
to
,
preciso es que entrevenga la
10 •
muerte del Testador; porque elTes-
tamento se confirma con su muerte,
y
no tiene ni11,gun valor entre tanto
que el Testador viva: por lo qua!,,
ni aun el primero fue consagrado
sin Sangre; porque haviendo leído-
Moysés todos los Mandamientos de
la Ley al Pueblo
,
tomó sangre de los
becerros ,y cabrones, con agua ,y
lana de grana, y hysopo
;
roció
á
todo el Pueblo ,y juntamente al mis-,
rno libro, diqiendo: Esta es la San-
gre del
Testamen.to,
que el Señor
h<1
hecho
para vosotros.
Y
o veo, pues
,la
herencia celes-4
tial
dejada en Testamento
á
los hi–
jos de Dios.
Jesu..:Christo
es el
Tes–
ta-