,
'
.
so2
.
.
'
,
'
ttpartarme del
'cuerpo
,
y
estar
pre·
sente al Señor.
Entonces reynará el Señor en
nosotros ,
y
no tendremos malos
deseos
que combatir.
No solamen–
te no
reynara
el pecado, pero
ni
aun existirá.
Empecemos
a
des–
truirle ,
y a
aniquilarle. A
le
m.e–
nos, que no
reyne
mas en nues–
tros
cuerpos morrales.Entonces
de–
searemos
en
nosotJ'os el
Reyno
perfeéto de Dios.
.
El
fruto
ultimo,
que produce.
una
buena
conciencia , .
y
la
union
de la alma con
Dios ,
es
el
no
po~
der aguantar mas
este cuerpo
que
nos separa de
Dios ,
y
desear el
sueño de los
Justos : es
un
disgusto
secreto de la vida ,
y
un aparta–
miento del alma, por la contem–
placion ,-
y
el
deseo de las
cosas
-celestiales. En ese estado no hay
cosa que
mas
amemos que la ac–
tual separacion.
¡
O
Dios
!
venga
a
nos el tu
Reyno.
¿
Quáodo estare
yo
en vuestro Reyno?
Mi
alma con
ese