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vinidad.
Juan no havia
hecho
nin–
gun milagro ,
y
Jesus havia lle–
nado
de
ellos toda la
Judea:
Juan
hablaba corno Servidor ,
y
Disci·
pulo: Jesu-Christo como Maestro,
y
como
Hijo
publicaba
lo
que
ha–
via visto
en
el
seno
de su Padre.
Tal es la flaqueza de
nuestros ojos
( dice San Agustin)
mejor vemos con
una vela, que
con
el Sol:
o
por ex–
plicarme mas ,
buscamos
el
Sol
con una candelita.
¡
Qué bien que
lo entendía Jesu-Christo
!
To
tengo
( decia)
un testimonio mayor que el
que tiene 'Juan.
Quando
se
servia
de
este
testirllonio, acercaba
a
los ojos
enfermos una
luz
mas proporcio–
nada
a
su
flaqueza :
y
eso es Jo
que
praftico
en esta
ocasion.
Pro·
funda
ceguedad
la
de los
hom-–
bres '
mas
dispuestos
a
creer
en
San Juan , que en el mismo Jesu–
Christo
!
¡O,
Dios
mio
!
¿
y
quién~
no
tei:nblara
~
Pero ,
y
quien no
os
preguntara
ta1nbien
temblando,
.t
de que nace
tan
estraña
disposi–
c1on