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luz. A puro menospreciarla se
de
a
de
apercibir:
una nube espes
la
encubre : las
pasiones ,
las
amb·
ciones ,
los placeres , que
dexa–
mos crecer ,
se
la ván
á
quitar en
teramente.
¡
O ,
altna
!
camin
mientras
dura
esa centella.
¡
Qu '
horror el verse ernbuelta entre
ti·
niebl~
haviendo tantos
precipi–
cios
!
En
ese estado te hallara ,
alma mia, si
dexas apagar
aquella
lucecita ,
que aun
arde ,
y
aun
a~·
_dera
un
poquito de
tiempo.
Quien
t4nda entre tinieblas no
sabe!
adond~
va.
¡
Estraño,
e
infeliz estado!
Se
anda porque es necesario
and r:
nuestra
alma
no puede
estar
si
movimiento. Se anda,
pues,
y
no
se sabe
adonde
se
va :
la alma
ere
que
va
a
la~
glorias'
á
los
placere '
a
la vida,a la
felicidad,
a
las
dicha '
y
va
a
la perdicion '
y
a la
muerte.
No sabe adonde
va,
ni
hasta
adon
de
se apartara: pero se aparta infi•
nitame.nte del camino
derecho,
no ie vé
ni
la
menor
hl.lella ,
ni
ras..