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~99

a

gloria de aquel

dia

los anitnaba,

y

punza

ha.

En esto

tambien

se

co–

noce el caraéter de persecucion,

que havia de seguir ,

y

en efeéto

siguio

a

Jesu-Christo hasta la hora

de su müerte.

Contemplemos

los

efeél:os

de

la embidia : ella es una de las ma-.

yores

llagas de nuestra naturaleza.,

Jesu-Christo,

que

la havia

veni–

do

á

curar, padecio toda

su ma–

lignidad; los

dolores,

y

sufrimien–

tos que le havia de causar, fue–

ron

el remedio con

que

suavizo

su

veneno. La embidia , el mas se–

cretq ,

y

feo efeélo de un ruin or–

gu lo,

que

no

puede

sostener

el.

merito ageno , es el mas dañoso

veneno del amor propio, que

con~

sume al que lo vomita sobre los

otros'

y

le

arrastra

a

los

atentados

mas crueles,

y

barbaras.

Las

mur–

muraciones, susurros , calu:mnias,

trayciones ,

y

malvados artificios

son efeéto de la embidia.

Quando

con estos tristes ,

y

funestos enre-

dos

.

\