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a
gloria de aquel
dia
los anitnaba,
y
punza
ha.
En esto
tambien
se
co–
noce el caraéter de persecucion,
que havia de seguir ,
y
en efeéto
siguio
a
Jesu-Christo hasta la hora
de su müerte.
Contemplemos
los
efeél:os
de
la embidia : ella es una de las ma-.
yores
llagas de nuestra naturaleza.,
Jesu-Christo,
que
la havia
veni–
do
á
curar, padecio toda
su ma–
lignidad; los
dolores,
y
sufrimien–
tos que le havia de causar, fue–
ron
el remedio con
que
suavizo
su
veneno. La embidia , el mas se–
cretq ,
y
feo efeélo de un ruin or–
gu lo,
que
no
puede
sostener
el.
merito ageno , es el mas dañoso
veneno del amor propio, que
con~
sume al que lo vomita sobre los
otros'
y
le
arrastra
a
los
atentados
mas crueles,
y
barbaras.
Las
mur–
muraciones, susurros , calu:mnias,
trayciones ,
y
malvados artificios
son efeéto de la embidia.
Quando
con estos tristes ,
y
funestos enre-
dos
.
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