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~
humillacion ,
y
de persecucion,
que Je havia de
acompañar
bast~
la muerte , era
necesario que hu
viese contradiccion en
u
triunfo:
y
eso
es
lo que
~e
descubre ma–
nifiestamente en la
embidia
que le
tení an los Pon tifices,
y
Phariseos.
San
Juan
nos explica
.su
embidia,
diciendo , que mientras
todo el
mundo
iba
delante del
Salvador
aplaudiendole ,
y
ensalzandole , se
preguntaban
los unos
á
los
otro
los
Phariseos :
¿
Qué haremos
~
todo
el mundo corre
tras
el.
Esto es
lo
que ellos no podian sufrir ,
y
lo
que
les
arranco de la boca
algunas
palabras , que han
tenido
los
Evangelistas el cuidado
de con
5ervarnos.
Estabán co1nidos
de
embid·a,
y
guarido ,
hasta los niños , excla–
t:naban todos , que era
Hijo de Da–
vid,
ellos le decian :
Maest ro,
re–
prehended·
d
vuestros Discipulos: ¿Es
cuchais lo que dicen?
Jesus les res–
pondio
dos cosas ;
la
una : ·
¿ Nunca
.
h~