l rl
tres que·
amern~zaban
á
la Nacion entera: Pero eL Dio
_de los Egércitos, el Dios Justiciero se
ºº'?r~lolió
de su
Pueblo,
y
derramó en el corazon de los gobernantes la
copa llena de presuntuosa confianza, la misma que en
tiempos mas remotos perdió
it
Faraon para sal var
á
los
hijo.s de Israel.
Las noticias corrían velozmente de un estremo
á
otro
de la
Penín~ula,
á pe ·ar
d~
los obstáculo qu oponía
el Gobierno. Luego que se supo en la Coruña lo oonrriclo
en la Isla, no se pensó mas que en proteger por todos
lo.s medios posibles una empresa tan arriesgad.a. El con–
vencimiento íntimo ele que se frustraría como oLras an–
teriores, sino se acudía prontamenLe
<Í.
su defensa, em–
p efiaba mas
y
mas á acelerar el alzamiento de esta Pro–
vinci.a. Pero el trastorno de un gob ierno consolidado
por el terrorismo,
y
por una falsa opinion ele muchos
siglos, no podia ser obra d.e un mo01ento. Desgracia–
damente lo .estamos
esperimentando~
y
ha de <lesapare–
cer de la: tierra la generacion presente primero que
se borren ltts seüales que tan impresas ha dejado el go–
b ierno antiguo, si es que los r e ·tos del d espotismG ha–
·ciendo un último ypoclero o esfuerzo no consiguen antes,
por nuestra vana. confianza,
destraii;~<.la
libertad que goza-
. _mos,
y
sumimos nuevamente en los frdrrores
qe
l~
tiranía.
La marcha de las operaciones tenia que ser tanto rn:as
lenta, cua
·n.tor epetidas veces se hahia visto en los últi-
. mos sei años sofocados en su princ{pio los gérmenes.
de unos r ompimientos que no pudieron desa rrollarse en
toda su fu_erza. E ra preciso contar con muchos, que hu–
bi ese
~na
r ecíproca confianza, que todos fo'!'!sen <l.ecidi–
dos
é
impertérritos, que las juntas clandestinas se hicie–
sen con disimulo,
(*)
que la vigilancia de las autorida<les
("') Un ellget.),
que no estt1l>a
en l
proy ec~o,
pero que ll ego
á
saber algo de lo que
se traLaba , se presentó
dias
antes
del rom-