IO
n o podian ignorar los mismes que nos tenían bajo de la
ser vil coyunda , por los r epe tidos egemp los qu e hemos
ísto en n ue tros dia'll , se vió nueva
y
felizmente com-
pToLacb el d ia
I. 0
de este afi o memorable.
·
Una par te del E gér cito expedicionario se dirige en
dicho di a
á
la ciudad de
S.
F erpando mandada por
D.
Rafa el del Riego,
y
pr.oclama la Conslitucion ele la Mo–
narqu ía española. Quiroga
y
otros varios logr an evadir–
se de sn prision es ,
se reunen
á
sus buenos com–
parieros de armas. Confieren
el
man clo gen eral del pri–
mer Egército nacional ·
á
Quiroga. F orman el vas to y
magnífico plan de sus operac iones;
y
por último el dia
27
de E ne ro sale d e aqueUa ciudad una columna ele
1500
h0mhres mandada por Riego .
·
Toda la Nacio11 fija desde aquel morµento us ojos ei;t
es te pequeño número de tropas. Los ,,otos de muchos
millones ele espaüoles suben incesantemente al trono
del Altísimo
pidi~ndo
por la conser vacio'u
y
p ro ·pexi–
dad de una col nmna , que iba á consagra r e esclusiva–
m ente al b ien de
la
Patri:a. Col umna del Estado,
que
de~'de la r emotas playas
dé
Occi dente se preparaha
á
con–
t rarres tar los últimos esfuerzos
del
morib undo dcspoti -
mo , y
a
dar la libertad
á
la
E uropa entera.
El terror empezaba
á
apoderarse de los fo imos ele lQs
p alaciegos, qu e ya deponían al gu n t anto
&U
in olcnte or.,.
gullo, no porque est uviesen p ersua<li<los
de
(JllC .
hanian
obr ado
mal,
si no p o1;que r ecelaban era llegado ya
el
t!empo de las venganzas, ó ,por me jor decir, de la jus- . ·
tlcia que tl o podía perdonar sus crÍJnene .
hn
medio
<le
slt mo1•tales angus tias se adver tía ele Cllando_
n
cuan–
do en su fr entes el bri llo ele una fe roz al gría:
y
poco oontentós con los pérfi do parahit!nes que ' 'ecibi an
al saber que aquella colunína inmo r tal
1
jos de p ro pe....
ral' iba en
clecallcncia,
querian h acer
cómplice
<le · sus
. b árbaros gozos
<ti
Dio del ni ver so
cant~mcio
rese1·vada–
m~n te
un
Te-Deum
ert accion ele gracias porºlos de
as~