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ammoniacal,
aue
hasta entonces
no
babia t enido una li–
bre comunic¿¡qion con el ayre atmosférico
ele
pue de: cua–
renta
y
oc.hod ías de muerto,
y
veinte
y
seis sepultado
d ebaj o
de
t ierra.
~eri fica clo
el
reconocimiento, dió parte el facultativo
á
los' res. de la Jun ta,
y
prometió que dcdicaria algunos
.ra Los ~
aunque bien iucómoclos,
á
poner el ·adáver en
estado de qne se pudiese presentar al público que an–
siaba verle. E l Gobierno mandó que se le franqueasen
los b{1lsamos, aromas,
y
demas auxilio que pidi ese,
y
tambien los practica ntes del Hospi tal mllitar que
fue–
sen necesarios para la operacio n. Hízose ésta ·al dia. si–
guiente,
y
a~mque
al tiempo de hacer las profundas in–
cisiones el hedor
era
insoportable, la constancia de Var–
gas ,
que quedó solo por algunos momen tos, lo s.uperó
todo , h as ta que dejó
el
cadáver en t érmi nos que su
vista no "causaba r epugnancia aun á
las
gentes mas deli–
oodas.
Para
conseguirlo se valió de todos los medios del
arte,
y
de tres .dias de ímprobo trnbajo, empleando sim–
ples b alsámicos, pol vos de leüos
y
gomas aromáticas,
y
cubrió despues todo
d
cuerpo con un vendag·e
comprensivo
ele
una tela encerada. Co1110 la ca ra habia
sufrido a]gun detrimento,
faltaba
uu pintor que acaba–
se de perfecciona1; la obi;a.
D.
Tomas Erosa, profesor
de
pintura,
y
Capüan de la Milicia Nacional,
foé
quien
se prestó voluntariamente
á
desempeüar este
en–
gorroso trabajo., quedando de tal modo el
~adáver,
que
parecía verdaderamente que aGababa ele espirar Ace–
ve
do .
(*)
(·:')
Ademas del Dr. Vargas,
y
de Erosa , qu e n adíl r¡ uisi ero u
po.r su t rau ajo p ersOlta l , merc•ccn tambit:n
11C1mlir11ree
pnr rn dl)si n–
te1 ~e.
los
<l t»
practic11ntes D . Pedro Varela,
y
D . Pedro Barreto, co–
rno igi.1al 111ente
D . R ellligio Fernand ez,
q ue
fo é
qu ieu frnnqneo los
b álsamos,
esp11
it us, esencias ,
r~i
nas arom áti cas,
y
otras
varia~
rosa,s
cu yo valor
asciendo
á
unos
rnil
y
cien
reales.