'!'r
i
por.
el ruido ele
las
olns que venü¡n
á
estrellarse contra ]a
muralla, por el onido lúgubre de las campanas , por Ja
11.rni;cha que tocaban las' cajas de guerra
á
la sordina ,
por
una música milltar patéLica,
y
por lo so1Joz.o de las·
gen
·es,
todo lo cual ser ia para aumentar la rnagestad
d e a,quell a escena fúnebre .
E l séquito andaba muy
de
pacio;
y
clmante ]a mar–
cha funeral se repartieron utre los concurrentes
a
1gu–
nas poesías eó h onor del
H
'roe.(
26)
Los balcones y
cn–
t anas de algunas casas se veian ouhiertas ele bayetas ne–
gras,
en
otras sus moradores derramaban lágrimas'
y
en
todos los semblan tes estaba expr sado el dolor mas
pro-–
fonclo .
Al llegar delante ele Palacio el E .·cmo. Sr. Pre–
s·icle.nte ,
y
demns vocales de la Junta uprema se reonie–
r on
á
la comitiva,
y
todos se encaminar on
á
la Igl sia del
convent o de
·S.
F .ranci ·co, en don de debian celebran.e
lo .funerales. Asi que ll egó el cadáver á la p\1crta de la
Iglesia, los
gT~naderos
de Castilla que le h ahian custodia–
do hasta ent onces, l e b ajaron del carro fonebre,
y
le
traslada ron en h ombros hasta
el
Catafalco que e ltabia
erigido en med io d e
la
nave pr'ncipal, por direc'Cion
del arquitecto académico de ·la ciudad
D. .
rlclch or
de
Prado
y
1ari üo.
·
La altur<l del túmulo, guardando la debida propor–
cion con el buque ele la Jol esia, era ele veinte
y
eis .pi es
y
medio ,
y
todo ' l imitaba á mármoles y bronces. E l
cuerpo prinó pal consistia
f'11
un
pP.detal le o h o pi es
y
medio el.e
a~~ura
hasta la cornisa, de forma r cctangn
l~ r,
y
siete
ele
11í1c1ict, sobr e tres gradas de .n ueve p ulgacb s
de ·ancho cada una, desean aba en un gran zócalo ele
ci nco pies
y
medio ele altura, .imiLan.clo
á
mármoles de
Tortosa.
·
E n los cuatro ángulos
de
este zócalo se levnban otras
t antas pirámides cuadrangular es h aiita
la
altu1·a de och o
pies_, imitando
á
mármoles ele Espej9n . :Ll cuerpo prin-