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• El General Aparicio será tal vez mañana nada mas que el Coronel Apa·
ricio, viviendo en su rancho
y
necesitando del trabajo personal para subsistir
en sus últimos años.
• E n mi
caso se encuentran tambien muchos de nuestros mas meritorios
compañeros de armas; pero
procediendo asi
compatriotas, guardamos entera
fidelidad
á
la bandera desplegada por
la revolucion, dando un ejemplo de
abnegacion
y
de civismo que será ,siempre provechoso para la patria, siendo á
la vez un título de gloria para cada uno de nosotros
y
para la causa política
á que pertenecem os.
• Viva
h
paz!
»
V ivan las instituciones!
>
Viva la soberania popular!
~
Timoteo Aparicio.
• Cuartel General, Febrero
2 2
de
1872.
Vamos á terminar.
El convenio de paz celebrado el dia 10 de F ebrero que
acabamos de copiar , no se ll evó á cab o, como lo ver emos
en seguida por el r esto de documentos .que t ranscribir emos;
dando lugar , por el contrario, a l cese del armisticio y, casi, ca–
si á la continuacion de la g uerra.
F elizmente, los r evolu–
cionarios
tuvieron el buen sentido de r enunciar á las exi–
gencias que habían obstaculizado la apr obacion del tratado
de paz por parte del Gobierno, y este, entonces, no tuvo
inconveni ente en firmar definitivamente la pacificacion de la
República el dia 6 de Abril , siendo r atificada mas tarde y
aprobada luego por la Asamblea General.
P ero mientras se llegaba á este r esultado, ¡cuantos inci–
dentes no habían t enido lugar!
En el ínt er que una comision compuesta de los coroneles
Emilio Vidal y Gabriel P alomeque y el Dr. D. Carlos Amb rosio
Ler ena salia de Buenos Aires el di a 14 de de F ebr ero, llegan –
do al dia sig uient e á Montevideo y pasaba luego al camp o re –
volucionario par a notifi carle al general Aparicio el convenio de
paz celebrado, el Gobi erno de Batlle, pr et encioso en alto g rado,
empezó por no encontrar arreglado que su agente hubi era con–
cedido á los revolucionarios algo mas de las exigencias p eren–
torias y absolutas que él le hab ía establecido, y mas debil aún
que pret ensioso, concluyó por ceder á las insp iraciones de los
enemigos de la paz
ó
del Dr. Lamas, hasta el punto de destituir
á este y nombrar en su r eemplazo al Dr. D. José P edro Rami–
rez y no ceder un ápice en sus pretensiones.