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Ministerio de Relaciones Exteriores.
Montevideo, Noviembre 6 de 1871.
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Señor Ministro:
Considerando de alta conveniencia para los intereses de
la República
y
de la Argentina, tener c.erca del Gobierno de V. E . una persona debidamente
caracterizada que esprese con verdad y fidelidad el pensamiento y la voluntad
de mi gobierno en sus relaciones con el de V. E ., S. E. el Sr. Presidente
de la República ha tenido
á
bien nombrar al Sr. Dr. Andrés Lamas su Agente
Confidencial, en cuyo carácter, ruego á V. E. quiera reconocerle y aceptarle,
acordándole todas las consideraciones
á
que es acreedor y prestando fé y eré·
<lito
á
cuanto él diga al Gobierno Argentino en nombre del Oriental.
Manuel Herrera
y
Ohes.
A S. E.
el
uñor Ministro de Relaciones Exteriores de la Repúblíca Argen·
gentina, Dr. D. Cárlos Tejedor.
>
INSTRUCCIONES AL DR. D.
ANDRÉS
LAMAS
• El Gobierno acepta la 'cooperacion espontánea que el de ese pais le
~frece
por intermedio de V d. para la pacificacion de este país; pero es de su deber
hacerlo con las reservas y esplicaciones siguientes:
>
El Gobierno está resuelto á no acordar ninguna concesion que trabe 6
amengüe, en lo mínimo ni aun indirectamente el libre ejercicio de su autori·
dad constitucional; pero, dentro de ese límite, consentirá en acordar á Jos
rebeldes aquellas concesiones que le exijan la humanidad, la justicia, la libe–
ralidad de sus principios gubernativos y
Jos
intereses del pais en su actual
situacion sobre todo.
El gobierno siempre ha deseado y querido ardientemente, ver establecida la
paz interna, como único medio de hacer cesar todas sus calamidades del mo–
mento y prevenir todos sus peligros del futuro: pero
las exageradas é incon·
venientes exigencias de los rebelados, inutilizaron todos sus esfuerzos.
>
Defender el principio de autoridad, en toda su estension, contra las impo–
siciones de la rebelion actual, no era servir á un interés mezquino de partido
sino
conquistar una base de estabilidad para los gobiernos venideros y de
tranquilidad, progreso y bien estar para la República.
>
Con esta conviccion
sincera y fuerte,
el Presidente de la República se
creyó siempre obligado á repeler aquellas pretensiones aun cuando con ello
impusiese al pais los cruentos sacrificios porque ha pasado.
>
Esa misma conviccion, sostenida á tan caro precio, es la que hoy le impone
el deber de obrar en
el
sentido que dejo dicho, recomendando á
uste~
la