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Los momentos solemnes porque atraviesa el país, reclaman como la mas
imperiosa de las necesidades, encaminar las ideas por las grandes sendas que
conduzcan á la verdad política.
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El centro de opinion inspirada en los principios de la mas pura democra–
cia, no puede limitar su accion á la capital.
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El espera que en los centros de la campaña y en el ej ército que lleva
como enseña en los combates la bandera qne flameó durante nueve años dentro
de los muros de la inmortal Montevideo, ha de encontrar un concurso tau
decidido como valioso.
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Luchar por la libertad; apelar directamente mas tarde
á
la soberanía del
pueblo, fuente de toda verdad y de toda justicia; he ahi nuestro programa
para concluir la guerra, ó pacificar la R epública por un desenlace que solo
presida una alta solucion de principios .
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Ese es el viejo programa que hizo de la defensa una Diada, y de Quiá -
teros un misterio.
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La Comísion no se preocupa de círculos ni de pequeñas discusiones que
jamás fueron obras de patriotismo . Invocando tan nobles propósitos en cum–
plimiento de su manda to, se dirije
á
Vd. pidi éndole su adhesion
á
una políti·
ca elevada que sin mentidas fusiones, restablezca la soberanía del pueblo en
toda su verdad y en toda su plenitud.
• Montevideo, Enero 8 de 1872.
Conrado R ucker, Emeterio Regiínag a, J osé C. Bus taman–
te, José Gregorio S itarez, A ugusto Possolo, Floro La–
cueva, B onifacio M ar # nez, Felipe
H.
Iglesias, J uan
Pablo R ebollo, Manuel
M.
Agttiar, Pedro Bustamante,
Alejandr o Chucarro, Fernando T orr es, J osé S aavedra ,
E r nesto Velazco.
CONTESTACION DEL G ENERAL CASTRO
•
El General en Jefe del Ejército en Campaña.
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lYiontevideo, Diciembre 18 de 18 71 .
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Señores de la Comision :
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H e sentido el mas profundo reconocimiento al en terarme de la nota de
Vds. transmiti éndose el generoso voto de aprecio tanto
á
mi conducta como
á la del ejército que me honro en dirigir, enviado por la reunion de ciudada–
nos que tan nob lemente se preocupan de los intereses del país y del partido,
, Mientras tenga la atisfaccion de mandar soldados como los que me acom–
paifaron con pericia y con valor en la retirada del
Cor dobes
hasta la
S ier ra,
puedo garantir al partido que sus glorias de ayer no se empañaron en el
presente y serán un timbre de honor para el porvenir.