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infantes, no obstante el triunfo, estaban fatigados y bastante
desorganizados; sus pérdidas materiales habian sido mayores
que las de los revolucionarios y, finalmente, sabemos que se le
habian agotado casi por completo las municiones. En esta situa–
cion, si las caballerías de Aparicio lo empiezan á hostilizar, no
hubieran tenido mas remedio que r etirarse, salvo que quisiera
capitular ó que preteiadiese pelear con las caballerías sin otra
arma que la bayoneta, lo que á mas de ser un disparate, no ha–
bría hecho mas que facilitar su derrota.
En la batalla del Sauce el ejército del gobierno tomó una in–
finidad de prisioneros á los revolucionarios, inclusive muchí–
simos heridos que no se pudieron levantar del campo en la
retirada precipitada que estos hicieron. De todos ellos, solo
se salvaron dos, D. F ederico Castellanos, por empeños especia–
lísimos de D. Enrique P er eda, ayudante del General Suarez y
el Comandante Silva, por interposicion del Coronel Latorre: los
demás todos fueron degollados ó lanceados por órden de Suarez
despues de haber mandado que se pasara una caballada por
encima de los heridos y despues de haberle manifestado al
gobierno en su primer parte que tenia aquellos prisioneros en
su poder. Debido á esta
masacre
sin ejemplo, y por haberse
permitido hacerle algunas observaciones al General Suarez, fué
que el ilustrado Dr. D. Cárlos Maria Ramirez, Secretario de
dicho General, se retiró á Montevideo y escribió
La Bandera
Radical,
donde anatematizó aquellos c rímenes y le puso al
General Suarez el célebre apodo de
Goyo Sangre.
Contando estos asesinatos, pues, que no fueron pocos, deben
haber muerto en la batalla del Sauce mas de 700 hombres por
ambas partes, siendo mayor el número de los muertos de la
gente del gobierno.
in embargo, al dia siguiente aparecían
menos en el campo de batalla, debido á que el. General Suarez
les hacia poner á sus muertos, divisas blancas, llegando tambien
su cinismo hasta ponerles divisas coloradas á los heridos y pri–
sioneros
degollad.ospara que el público que visitaba el cam·
po supusiera que
lo hab ían
sido por los · revolucionarios·
Heridos en los dos ejércitos, inclusive los degollados debe ha–
ber otro tanto, ó quizás mas que los muertos; pues además de
haber quedado el campo cubierto de los heridos de la revolu–
cion y del gobierno, el inmenso parque revolucionario era pe–
queño para albergar á todos los que se pudieron llevar.
Todos los demás incidentes acaecidos durante ó despues de