REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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dón de ninguna diócesis. Había sido nombrado ar–
zobispo
in partibus
de Amasia, ciudad del Ponto, pa–
tl'ia de Estrabón y Mitrídates. Insistió Jacobo en que
~e
efectuase la ceremonia de la consag-ración en Ja ca–
pilla del palacio de Saint-James. Oficia1·on Leyburn,
vicario apostólico, y dos prelados irlandeses. Abrié–
ronse las puertas al público, y llamó la atención ver
entre los espectadores algunos puritanos de los que
recientemente se habían pasado al partido de la Cor–
t e. Aquella noche, Adda, vistiendo el traje de su
nueva dignidad, asistió á la tertulia de Ja Reina. Ja–
~obo
se arrodilló ante él á presencia de toda la Corte
implorando su bendición . A pesar de las restriccio–
nes impuest as por la etiqueta, los circunstantes no
pudieron ocultar su asombro y su disgusto (l) . Mucho
hacía en
~fecto
que un soberano ingl és había doblado
la rodilla ante otro hombre, y cuantos vieron tan ex–
t raño espectáculo, hubieron de recordar aquel día
de vergüenza en que el Rey Juan hizo homenaje de
la corona entre las manos de Pandulfo.
u .
RECEPCIÓN P ÚBLICA DEL NUNCIO.-EL DUQUE DE
SOJ\1ERSET.
Al poco tiempo se celebró una fi esta aun más osten–
tosa en honor de la Santa Sede. Acordóse que el Nun–
do fuese
á
la corte en procesión solemne. Algunas
personas, con cuya obediencia había contado el Rey,
dieron muestras. por primera vez en esta ocasión, de
oponerse
á
los deseos de la Corte. Era entre éstos el de
(1) Barillon, mayo 2 (12), 1687.