RESPUESTA' ECUATORIANA:
,
· Quito, 19 de Abril de 1943.
Señor
J
asper H ill.
Toronto, Ontario. Canadá.
Las veh ementes palpitaciones de su espÍr itu en favor
de su raza; el verbo vibrante defensor de su pueblo; y la
evocación de la.Historia legendaria del Piel Roja, quien supo
escribir con la belleza
y
majestad de sus lagos
y
de su cielo,
las primeras páginas de la historia del vivir de la joven Amé–
Tica, han movido hondamente nuestro sentimiento de indíge–
nas ecuatorianos. . . Ha herido nuestra real grandeza. Y
la sangre de Atahualpa, que corre por nuestras venas, rebé–
lase por un afán de .justicia.
Nosotros pertenecemos, también, a una gran Raza. Lle–
vamos en nuestro corazón
y
cerebro la hierática herencia del
pensamiento cósmico de los Shyris; como la comprensión me–
ditativa serena del Amauta del Incario.
Nosotros arrastramos medularmente los sedimientos
de una cultura pretérita. Cultura que .fué profunda por sus
Ciendas
y
Artes. Y cuyo brillo aun no ha sido opacado por
los conquistadores del ayer
y
del hoy ,
y
que perdurará a tra–
vés del tiempo
y
del espacio, de la misma manera que el Sol
sigue dando luz
y
calor, como en otrora brillaba en el sagra–
do templo de Pachacámac ...
Nosotros tenemos una historia vivida
y
aun .no reco–
nocida. Nosotros amamos las tradiciones de un pueblo que