- 19-
:fué de conquistadores y jamás de esclavos
J . .
Y es por es–
t0
que, a voces, ¡1>edimos': la libertad que nos quitaron y la
posesión de las tierras que nos usurpat::_on.
Nosotros, los futuros Maestros . Indígenas, entendemos
que debemos salvax: a nuestra Raza; sabemos que estamos
obligados
a
llevarla por los caminos ¡;le la civilización, sin que
pienila ·su, espíritu autóctono y genuino; sin que desconozca
los valores positivos de su pasado. . . Haremos supervivir
su espíritu adormecido con ·¡a Escuela Indígena, que en el
Normal Rural de ·Uyumbicho se ensaya; Estamos pre]la–
rándorios para abrirle m1evos rumbos de felicidad, libertad
y
riqueza; estamos preparándonos .para darle nuevas es–
peranzas y mejores afanes de superaciÓn.
El "Quechua", lengua de nuestros abuelos, todavía rio
deja de ser. La cultivamos y 1·a hablamos a fin de que no
sea absorbida por la lengua Castellana. El "Quechua" 'aun
vibra, bañando con sus raudales de dulzura: et valle, la
meseta, el llano, y se remonta por la serranía hasta la cumbre
de las crest;;¡.s para, en vértigo sublime, llevar sus arpegios
al mismo Inti. Fué lengua ge sabios. En labios del Aravéc,
se desgranó en cade.ncias. El Quipo-Camayo la inmo:ctalizó
en el relato .de las 'hazañas cle los héroes; y la madre .india-
11_a arrw.lla al hijo de su amor, con \la canción quechua que
brota
d~
su alma.
·
Y para concluir, recib;;t, altivo representaNte de la Ra–
za'
Roja, el abraz'o fraterno del grupo de estudiantes imÍí–
'genas del Normal Rural de Uyumbicho, quienes, con in–
quietud ansiosa, convicción y fe inquebrantables, buscamos
mediante la Escuela Indígena, la supervivencia y la fel'íci–
dad de nuestra Raza, cuya sangre quemq, ñue§tro' corazón
y
cerebro de indios americanos.
Berta Lahuatte, Matilde Manang·ón, Jorge Chango, Pedro
Coro, Juan
J.
Colimba, Valerio Cuji, José J. Toapanta, Ri–
cardo Ingo, J. E. Quillepangui, José
M~.
Tupiza, José G
Tipáh
_R.,
Nicolás Paillacho L., Pedro Caisab_anda, .C. E.
Quilachamin.