El I ncario crítico
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la Colonia, los cuales habían perdido ya conciencia del signi–
ficado de la palabra y más aún de su valor señero en el cuadro
de la cronología peruana antigua, y luego por los primeros
recolectores españoles o mestizos quienes de modo alguno
se dedicaron a descifrar las correlaciones de ese epíteto -
cuya naturaleza dudosa no desconocieron - con la nomen–
clatura cronológica del
Hamautta.
El Pachakuti que ocupa
el IX puesto en la lista general, no tiene por cierto mayores
derechos que los demás que llevan un número ordinal más
bajo en la lista de Bias Valera y sus congéneres. Bien vivo y
operante se mantenía - en cambio - el significado del
Pa–
chakuti
en la parte final del reinado del Yupanki que cono–
cemos por Wiraqocha. Los sacerdotes, los maestros del
khipu,
hamauttakuna
y adivinos, con delicada atención iban cal–
culando el cumplimiento de los cinco siglos del Inkanato,
y con honda angustia vieron acercarse el terrífico vencimiento
en los últimos años de la vida del soberano, mientras la desa–
zón y el pánico cundían en la ciudad y en el reino, como lo
hemos narrado al describir los acontecimientos de la 'crisis
del año 1435'.
12. En medio de las incoloras y huecas biografías de los
11 soberanos del Cuzco, hay una que resalta con un vigor
constructivo y una riqueza de motivos que forman de ella
una verdadera joya de poesía dramática. Hemos llamado
este conjunto biográfico 'la saga del Yupanki' y sus elementos
han sido estudiados en esta obra con rigor y meticulosidad,
distinguiendo los de naturaleza positiva de los que revelan
el impulso místico. Naturalmente, no hemos logrado esta–
blecer la
époc~
en que resultó elaborado, pero hay indicios
d~
que se encontraba ya bien consolidado en las composiciones
poéticas de los cantores peruanos, por haber formado el tema
de los más populares
harawi
(véase a Montesinos, cap. V
in fine).
Por otra parte, su eficacia dramática ha rebasado
las fronteras del Perú, pues se advierte su influjo en el teatro
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