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DICCIONARIO FOLKLORICO DEL PERU

LA PETACA DE PANDO.-Hace muchos años,

cuando las limeñas de alta peineta y traje de arandelas que–

rían expresar que un asunto encerraba muchas dificultades,

solían decir:-

¡Eso es como la petaca de Panda!- ...

¿Quién era Panda, y qué encerraba, la petaca de Pan–

do?. Vamos a vetrlo!

El Excelentísimo Señor Doctor Don

J

até María del

Panda era un inteligentísimo limepo -áspero de genio

y

austero de costumbres- que había merecido el honor de ser

ministro del rey Don Fernando VII, y que al producirse la

independencia del Perú, había · sido nombrado por Bolívar

para que en compañía de otro ilustre limeño -el no menos

Excelentísimo Señor Doctor Don Manuel Lorenzo de Vi–

<.laurre y de Encalada,

el loco

Vidaurre~

representara

al

Perú en el Congreso Americano que debía) reunirse en Pana–

a

fines d 1826.

' No bien había sentado sus reales en Panamá,· el Doctor.

Panda re'cibió un oficio por el que se le ordenaba regresar

a Lima.

al _mismo tiempo, recibió también -' por correo

de bru ·as- la -no icia de que se le lat;naba en atención al

rumor de que se habia interceptado una comunicación del

gobierno espafíol, dirigida a Panda.

No obstante que el ex-ministro de Don Fernando VII

no era hombre de arredrarse por plumas de la cola, no dejó

de cascabelearle en la sesera esta última notida. Sabía que

no era amado ni por tirios ni por troyanos; sabía que los

áulilcos de Bolívar lo odiaban, y sabía que el chis!fle y la

'intriga reinaban en la Q.uinta de la Magdalena.

Con todas esas, no tuvo más recurso que tomar la plu–

ma, y escribir al Libertador una carta diciéndole que la sim–

ple remoción, estaría lejos de serie .desagradable; pero que

la mancha que sufriría su reputación, no podía serie indife–

rente.

Suplicaba que el Libertador no precipitara su jui·

cio, y que se le sometiera al fallo de las leyes.

Terminaba declarando que su espíritu estaba tranquilo,

y que creía -sin orgullo- que .podía aplicársele el "Mens

sibi conscia recti" ...

Bolívar llamó a Monseñor Pedemonte, a Larrea, a Laso