CARLOS CAMINQt CALDE.RON
16';
y a Villarán, sus íntimos amigos, y les mostró la carta de
Pando. Por esa época,
Mon~eJ\or
Pedemonte estaba en to–
do lo alto def candelero. No sólo defendía al Libertador a
manteo y espada en 1a guerra que le hacía el grupo de libe- ·
rales encabezado 'por Luna Pizarro, Alvarez, Cuadros
y
ctros, sino que trabajaba ardorosamente para que
los persas
-patrocinadores de · la Constitución Vitalicia__, pidieran la
'postergación del Congreso hasta 1827.
Monseñor Pedemonte, que era hombre que olía a cera
y
sacristía, soliviantado por- los latinajos de la carta de Paii–
do, dio su voto: Pando no sólo era inocente, sino .que-tam–
bién era un hombre útil. Y en esa hora," el Libertador ne–
<:esitaba de todos los hombres útiles, y de probada lealtad ...
Larrea, Laso y Villarán, eran de la misma opinión.
Bolívar contestó a Pando una efusiva misiva diciéndole
que la prueba evidente
d~
gue ningún rumor había Jlegado
a sus oídos,
es~aba
e que se le llamaba para que se encar–
gara del Min!sterio de Relaciones Exteriores,
Y.
,que la "Ga–
ceta de Gobierno". había publicado ya su nom:hramiento,
y
un apéndice de sus lu ces y ca-pacidad ...
Pocos días después del fusilamiento de Bierindoaga, lle–
gó a la Magdalena
~e
regreso de Panamá- el Doctor Pan–
do. Bolívar lo recibió con los brazos abiertos, y se e111cerró
·COn él a piedra y lodo. El L-ibertador estaba ávido de noti–
cias!. Quería saber toéfo lo que de él y de su Constitución
Vitalicia, se hablaba en Colombia! Quería saber la verdad
de lo que pasaba entre Santander y Páez:
-¡Abra Ud. la
petaca, Doctor Panda,
y
saque todo lo que trae!-
decía en
tono de broma el Libertador. Pero el Dbctor Pando no era
hombre de bromas, así es que advirtió:-¡
P~tes
entonces
¡prepárese
V.
E.
.!-
·
-¡Ya estoy pyeparado, Doctor! ¡Abra Ud. sin miedo
la petaca!- .
..
Pando empezó por asegurar que los españoles reunían
una gran fuerza en Cuba, y otra en E spaña; que la escuadra
española . estaba ya en la Habana; que Méjico ajustaría la
paz separadamente; que Franlcia pagaría los gastos de la
guerra ; que la Santa Alianza sometería a las repúblicas sud-