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m·eras pueden calificarse de
almacenes de mujeres,
como lo
bac'e BandeUer .con ·cierto despr.ecio (1) .
Finalmente, hay que distinguir las religiosas ebclaus–
tJ:!ada.s de que acabamos de hablar de .las
oellas,
mujeres
suj:eta.sa voto de. castidad, pero que vivían en
sus
casas
y
eran muy .respetadas por
sus
s·emejante~.
Tales votos no
debían ser he·chos
~con
ligereza: a la menor falta, la culpa- ·
ble-- era ,quemada viva. En cuanto a las mujeres del sol que
perdían su honor, .eran ent·erradas vivas,
su
·CómpUce ahor–
·cado
y
<J·estruida la ·Ciudad misma donde el desdichado
vivfa · (2) . .
los jefes que
pués .de largas
guerras
i
i dos
e·~
tegorias
de .agen e
superiores r giona es: por una
parte,
'los que
eran nombr.ados por
~el
poder central,
y
por la otra, los cura-:
cas, ·muchos de 1os cual·es eran hereditarios, ·como lo vere–
mos más adelante. EstoS últimos funcionarios no diferían
de los primeros sino por su origen; estaban -englobados en
la misma j-erar.quia administrativa, d·e modo que ·eran ejer–
cidas
fun~ciones
idént:icas, según Ias circunscripciones,
ya
por indios :prooodentes de la capital, ya por indios origina–
!ios
de ·esas mismas ·Cir-cunscripciones. Sólo en las provincias
cercanas al Cuzco, que formaban la ·cuna del imperi-o, Jos
·cura.cas habían desaparecido · (4) . Ciertos autores españoles
(1)
"The Islands oj Titicaca and
Coatí~',
4.a parte, n. 67.
(2) Gar-cilaso, "Comentarios", lib.
~.
caps. 3
y
7.
(3) Flal-cón, "Riepresentación . . . ", p. 153. Castaing dice humorísti–
camente: "Los curaca..s bien pe·nsantes recibían la
investidura" . ·
("Le
Communisme au Pérou",
p.
19).
(4) De la Riva-Agüero, ''Ex,amen de los Comentarios", ob. cit.
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