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de la inútil búsqueda, pero al fin un afort1,mado encon tró a
la Virgen que estaba en una pequeña piedra lisa (piedrn
"laja") .
Entregó al "Taita-cura" y éste exhortó al pueblo para
que se colectase dinero bastante con el fin de que el artista
' plasmara a la Virgen del Rosario, Patrona de Manzanayoj;
y
que no se olvidaran de las limosnas en favor de la iglesia
y
de su ministro y que todos los años se celebrase, con gran
pompa, misa y procesión encabezada por un Mayordomo, que
sería el encargado de la fiesta.
En el primer año de fiesta fue celebrada por el cristiano
que encqntró la piedra, quedándose luego en la peor miseria,
porque $astó su último centavo, en pago de la misa, en la con–
fección del anda, en el acompañamiento de la procesión , en
los cohetones, castillos, aguardiente, chicha, coca, en el clási–
co "mondongo" y en la banda de músicos, a despecho de to–
dos, con la esperanza de tener un sitio seguro en el cielo. Nu
importa -decía- todo por la religión, por la salvación de
nuestra alma, por el honor de nuestra Patrona y por el bien–
estar de nuestro "Taita-cura" ...
B) .-Sucede a veces, lo contrario, es decir, que se teje
la leyenda para levantar la iglesia ya con su patrón o patrona
conocidos, porque hizo su célebre "aparición". El siguiente re·
lato nos certifica lo dicho.
Izcuchaca es un precioso distrito por su sit uación topo–
gráfica y por su clima templado. El río Mantaro serpentea
sus tierras cubiertas de cedros, guindos, melocotones, sauces,
etc., etc. Por los alturas, a una legua de distancia, se h alla el
distrito de Conaica que celebran la fiesta de la Santísima Tri–
nidad y que tiene una rica leyenda de los "Cuyca-pnsa" qt:e
fueron dueños de una gran mina de oro (nos ocuparemos de;;–
pués) ya tenía su iglesia por ser distrit o más '1ntiguo. Izcu–
chaca en
1807
más o menos (según una inscripción hallada)
1
se titulaba "Pueblo de la Santa Cruz de Izcuchaca, anexo de
la doctrina de Conaica". Pero cuando ya alcanzó buena can–
t idad de pobladores, sintieron la necesidad de tener una igle–
sia, pero, ¿cómo exaltar la fe e inyectar el· entusiasmo en la
conciencia de todos?