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dido mi habitual alegria y paso horas enteras embebido
en mis pensamientos, que vue;lan siempre alrededor de
usted.
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Yo ho acierto a explicarme, encantadora joven,
cómo yo, que siempre permanecí indiferente ante las se–
ducdones del amor, me haya sentido tan repentinamen.
·' te cautivado pÓr sus gracias y virtud. Será quizá porque
no habré h allado antes un a mujer que reuna todas las
' perfecciones que atesora,..
Lo cierto es, señorita, que este amm: es mi vida,
pues en él he cifrado todas mis aspiraciones, todas mis
esperanzas. todas mis alegrías, toda mi ventura .
¡Desgraciado de mí si usted no tiene fe en mis
palabras;
sí
no lleva su benevole:ncia hasta permitirme
que abrigue alguna consobdora esperanza ! ,¡Me pare–
ce que
i:!º
sobreviviría a mis caras ilusiones1 Decida, se–
ñorjta, .de la suerte de un hombre que pone en sus ma–
nos su porvenir, sus esperanzas. ¡Que bendiga yo mil
veces el fausto día ·que !a ví por vez¡ primera
1
¡Que no
sea aquella fech a, para m í un recu'erdo atormentador, de-
. sesperante
1
Dígñese, señorita, terminar con la febril incer–
tidumbre qué tortura el alma de su apasionado.
C~NTEST
ACION A LA ANTERIOR
Caballero: Al recibir su carta, mi primer im–
pulso fué romoerla. si.n ras11:ar siquiera! el sobre; pero
como desde oue le conozco le he comiderado un ioven
formal. y digno no creía que mereciera uúed" tal de-;
satención.