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a imitación de las dichas figuras ideográficas, esta–

tuiilas (Je barro por unidades o dispuestas por gru–

pos en disfos: a unos

y

otros Hamam " rezos"

IPosteriormen te se practicó

la

escultura vulgar

de los mufüKos, em un prin-cipi10 en Nueva España

y

después en el Alto

y

Bajo Perú . El escritor his –

pano Francisco Alcántara decía a este respecto en

1920

al estudiar las preciosidades que se conser –

vabam en el Museo Arqueológico de Ma1drid: " En

todas estas estatuitas percíbese una especie de al –

borozo del artis·ta espa•ñol, que sentías-e renovado

bajo el influjo de las sorprenclentes belleza•s del

fa –

búloso Nuevo Murnrlo.

Y

,al lado de estas estatüi–

tas sabias, y tan atractivas comQl sabias, figura una

muñequería cuyos modelos fueron tipos indígenas

y

criollos, en 'JQJs qrue los traj,es es-paño·tes y los

usos peninsulares se tramsfo.rmaron, constituyendo

un riquí.simo conjunto de datos para la historia de

los trajes españoles en América , desde la Conquista

hasta fines de•! siglo

XVHI

y tal vez principios del

XIX

en que se pudieron ejecutar dichas estatuitas

y muñecos. Pocas cosas hay tan vivas, ta.n gracio–

sas

y

atrayentes en este género de escultura, como

la colección

amer~cana''.

Manifestaciones actuales

del arte popular .

Bol ivía es seguramen te una de las naciones

americanas dond e se cultiva el arte popular en

sus

más ri.cos y variados aspectos

y

en sus expresiones

más puras. No ha sucedido to davía lo que en

otros

Estados: que la acción tendiente a estimular e im –

pulsar las actividades de esta ín•dole ha ·desvirtuado

el carácter

y

el valor de las producciones.

Bni

cada

aborigen

y

en cada mestizo hay un artista que rin–

de fervoroso culto a la tradición, y un inteligente