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medida q ue h oy a la clase popular (hatunruna ) ;
to :" os los trabajos , esta ban destinados al cu! to del
Sol,
ge
los muertos y de los totems, asi como tam –
bién a la no-bleza ( in cas, si nchis, orejones, amau–
tas, etc.) .
España· durante la primera época de
la.
con–
quista d es tru yó re liqu ias y monumentos de ines –
tima1ble va lor históri·co y cultural en América; p ero
no pudo absorber el espíritu art1stico tradicio nal
del indígena , que era mucho más vigoroso q'ue el
del conquistador. Por esto las ideas y procedimi-2n–
tos rnropeos fueron asimilados en un fondo abo–
rigen h asta adqu ir ir nu evas prestancias y modal i–
dades. La técnica d el Viejo Mundo, arábiga en
su ma yo r parte, 1fu é aplicada en armonía con el me–
dio y la experiencia de. los naturales_ Durante el
Coloniaje
~ e
cultivó preferentemente el arte religioso:
prueb an e-ste ase-rto brs
-fiuacafo.s,
p eñas labradas
con inscripcion·es ideográficas relativas a la re1i–
gión cristiana, que se encuentran en el cerro de la
Ca1'dera en el d epartamento de A cequipa , en e
1
l
alto d el Castillo, en Locumba, Calango, etc .
(Ci–
r;ilizació n peruana,
d e Cúneo Vida! ) ; las
qquelcas .
pergaminos y cueros disecados de llamas, con fi–
guras de va lor ideográfico, que, en muchos
casos ,
constituyen los anales de la conquista espiritual c;! e
Espa ña en América, cu1nd o no sólo textos d.e o-ra–
cio nes ; la imaginería , que culminó en obras tan
celebrada,$, como· la V ir-gen d e Copacabana realiza –
da " por el tenaz escu lto r, el dulce y atoyente
F ranci.sco Titt> Yupanqui ", al decir de Prescott ;
y,
f inalmente, las innumerables pinturas sobre pla–
ta , cob re y madera que
se
conservan en muchos
templ os
y
coleccio nes pz.rticulares . Las
qquelcas
subsisten tod avía
y
se us an hoy en Bolivia en Ca –
margo . Camataquí y en pueblos próximos a Oru–
ro, P otosí y La Paz: los indíge nas suelen modelar.