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gua del Inca", en fin , cier tas prácticas e id eas " ci –
vili z adas", que se incluyen un p oco superficial–
mente en el acervo cultural de las tribus montañiesas.
La selva dió origen o impulsó el desarro-llo de
ciertas artes como la de ebanistería fina , que sólo
tenian posi bilidad contando con maderas de alta
ca lid ad , qu e no proporcionan las otras regiones
ft –
sicas del Perú. El " Kero '' o vaso de madera y el
" mate'"' , corteza d e lagenaria , prosperan en sectores
próximos a la región de los bosques como Pauca r ·
tambo en ·el Cuzco y Huanta
en
Ayacud10.
No han quedado cegadas todas las
fuent.esdel
arte p opular precolombino, .pese a la obra destruc–
tora de todo 1o indígena, comenzada a raíz de la
conqu ista española y proseguida hasta nuest ro
tiempo . Múltiples centros <!lfareros se dispersan
po r todo el territorio del Perú, en sus tres regi o –
n es. Bastaría citar Catacaos en la costa , Pukara
~ 1 ~
la sierra y Loreto en la selva . En el primero se si ·
gue fabricando " wakos" negros, vasijas muy semt: :.
jantes a las chimu de1 tiempo precolombino. En
el segundo , el arqueólogo exfolia las distintas .ca –
pas de basura de los hornos y comprueba la evolu –
ción de es ta cerámica, desde un estilo avanzadís1-
mo, denominado hoy pro.píamente "Pukara" en
con ex ión con Chavin y Tiahuana<:o, hasta
lo~
restos de alfarería española perfeccionada !con el
empleo del torno . Todavía hoy, Pukara
pro~uc e
hermosos artefactos, sobresaliendo los toros, com–
parables en su vigorosa forma a los del arte cre–
tense. En cuanto a la cerámica de la Almazon ía
so n ·no tables las obras que ella produce hoy mísmo,
cuya perfección demuestra una larga práctica . Evi–
dentemente que los selváticos aprendieron este arte
muchos siglos antes del d escubrimiento de Améri–
ca , desde luego en período anterior a los Incas, cuya