lamento de Puno, por sus utilísimos datos sobre etimología quechua;
la del Dr. César Guardia Mayorga, catedrático de nuestra Univer–
sidad; la de los dectores Alfredo y Carlos López de Romafía, pro–
fundos conocedores de nuestra lengua oficial; la del ingeniero Car–
los Delgado Vivance; la de los sefíores Jaime y José Rey de Castro;
la de los alumnos de la Universidad de San Agustín, a través de
sus tesis y monografías; la muy entusiasta y numerosa de mis alum–
nos del Colegio Nacional de la Independencia Americana, y la de
muchas otras personas cuyos nombres lamento omitir, por brevedad.
En el diccionario de la Academia, edición XV, que me ha
servido de consulta, encontramos contados peruanismos; algunos de
ellos con la significación alterada, tomados en su mayor parte del
diccionario de Juan de Arona y de las cPapeletas'" de don Ricardo
Palma. También advertimos una porción de voces, que siendo de
uso corriente en el Perú, no están anotadas como peruanismos, sino
como argentinismos, colombianismos, chilenismos, etc.• etc. Todo es–
to se debe a la falta de un diccionario de peruanismos que sea el
exponente actual de nuestro caudal de voces prol'ias.. Ojalá que el
doctor Murrieta publique pronto el que tiene anunciado en su men–
cionada obra, y nuestros
est~diosos
sigan el ejemplo de Chile y Ar–
gentina, por no citar más países, en.. donde se han publicado varios,
extensos y bien . documentados trabajos sobre lexicología.
Si en cada región de nuestra patria se escribiera sobre sus
voces. pronto tendríamos el diccionario de peruanismos que tanto
necesitamos. El presente trabajo es puea, la contribución modesta
de un hijo de Arequipa.
De manera intencional no hemes consignado extranjerismos,
porque la mayoría de ellos son comunes en toda el habla castellana,
como
bouquet, tennis, matiné,
etc.
L~s
que se encuentren, que no
serán más de media docena, hao sido tomados en cuenta en la creen–
cia de que su uso, si no es simplemente local. no traspasa las fron–
teras de nuestra patria.
1
Evito considerar nombres geográficos por creerlos ajenos al
fin que me he propuesto al escribir este libro. De igual manera no
me he preocupado mayormente en consignar los correspondientes a
la fauna
y
a la flora, por mi falta de conocimientos científicos. Si
figuran algunos, los debo al hecho de haberlos encontrado en algu–
nos estudios dispersos, o a la colaboración de algunos amigos.
VII