'
-
195~
Pué,
pues,
a
fines de
1678,
cuando
el
1
1
•
de He–
rrera, de
acuerdo con el Provincial
recienten1ente
elegid
o
M. R. P.
l1'ray
Gonzalo de Peralta
y
c·on el
Presidente
d(:l
Convento
del
Cuzco 1"1
I~.
l).
I~ray
José
c ·áceres,
por no haberse aí1n no1nbrado Co–
n1endador, hizo venir a
II
u
anca
al
artista
que
de–
bía
encargarse de
la
pintura
en la Roca
y
levantó
la
n1odestísi
tna
Capilla
que dehía
encerrar
la sa · .
grada·
I
in a gen.
¿A
qué
afortunado pincel
corre~pondio
el ho·
nor insigne de estan1par en la piedra
la
dolorida
e~cena
ante Ja cual vendrían los pueblos a porfía
a postrarse de hinojo's revercn tes?
No
conocemo·s
su hon1bre.
El pintor
anóni1no,
que
1nuy bien
pudp
ser
un frRile
de 1a
.ivlcrc~d,
"Yª
que por aquellos tiempos, el di vino
H
rte de la· pin
tura floreció adtnirahlernente en los claustros en
que no faltaron Angélicos que pincelaron en los
lienzos de los diversos
conventos .
del Cuzc·o, ros–
tros
exttiticos de Vírgenes
y
alleluyas
en
el 1nirar
<le cielo de sus ángeles (
1),
puso en
la
pintura
de
Huanca toda su nl111a de artista
y
todo el
fervor
de
su
espíritu
en1inenten1ente
cristiano.
·
Reinos oído
una
tradición
sol>re la
pintura
de
II
uanca, que
hernos recogido
de
la
lJios
<le
algun
'
~
indio
y
que
creen1os
intere5ante reproducir aqní.
<
Según ella,
la
I111agen
del Señor hutnillado, san-
griento
y
azotado sería la figura del
indio
anona–
dado,
escarnecido
y
esclavizado.
Dicen
que
anti–
guan1ente
había
dos verdugos en
la
pintura,
y
es
voz
~01nún
entre todas las gentes, que uno de ello!
desapareció. Segt1n la tradición los dos sayones
si111bolizab.an, al
intruso
español conquistador
de
sus
ti~rras
el nno,
y
el
otro
al
terrible inisti
que
fl]
El
docto1·
Gut : ~rrez
Qnintanilln
sostiene·
Pn
f'art.a
al
autor
qua
una
gran~pat· te
de las
pintura~ a~
los Conventob del Cuzco son obras
cfo
frai le~
arthitas. Nada de raro
ti:>ndda .·
El
arte se
ha desarrollado
siP111p1·.e.Jipoya<10 a los muros de los clausti'os.