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con los elementos de que se dispone ·de la alfarería dfaguita, aunque
pr obablemente han de encontrarse ejemplar.es semejant es en algún
museo argentino. Haci:endo excepción y saliendo de
Ia
a1farería para
pasar a otra arte, se ·descubre una analO'gía evidente entre la posición
y el carácter de ese felino escultórico colocaido a ambos ladois de un
fe'lino estilizado y de una cabeza humana, con los felinos que ostentan
con
magnífi.corealismo 1as plaoeas de .bronce de influencia de Tia–
huanaco ya ·sefia1aidas (Lámina IV Fig.
,1,
2 y 3) dotaidos to.dos de
una cola de longitud exagerada. Del mfamo modo es factible pensar
que el apéndrce caudal, de apariencia serpentiforme, de hi. tinaja
de mamey y del puco de Santa Maria pertenecen a un jaguar man–
ohaido, dotado <loe atributos humanos y pi'obablemente divinizado. No
es menester acudir para su ex-plicación a la tesis de un "monst ruo
con formas de reptH". Vol-veremos luego s obre el valor mitológico que
puede además atdbuirs·e a estas figuras.
1b)
El
f elh"no
convencionalizado.
-
Los nueve vasos de Recuay
(126) q e rodean las figuras diagait as
e la 'lá
·na V: Fig. 1 y 2
(127) demue t ran -similit ud a¡ií en la poca, denta.dura y ojo de1 felino,
com,_o en la ·110sición y reiteración de 'l1a imaigen en el mismo vaso. Po–
ca.isdudas queda
desj>ués de este cotejo de que se trata del mismo
animal.--Cier t-os detalles varían Por ejemplo, la cola del .felino diagui–
ta termina con ot ra cabeza <lenta.ida, lo que no ocurre con el de Recuay,
•que en cambio suele estar provisto de 1a:pénidkes caudales y cefá:J.icos
entrernezclaid-0s con otros signos, entre los ·que 1se distingue en algu-
1nos,
fa
cruz, inter.pretada
por
Posnansky como indicación s imbólica del
fuego. Con esta idea parece ·coincidir Tello, quien juzga esos signos
luminosos y los vincula con los astros. Otra analogía muy evidente
B elén por el mismo autor y descrita en R.
M . L. P. Tomo XV pág.
341.
La figura 4 per·
tenece a un puco descubierto y descrito por
Ambrosetti, conocido con el nombre de puco
de Santamaría. Véase B .
I.
G. A. Tomo
XVIII, pág.
351.
( 126)
Son estos nueve vasos:
la fig. 3, de
Katak del M. A. U.:
170
mm. de alto y
16o
mm. de diámetro máximo; la fig. 4 de Recuay 1
del Linder Museum. descrito por W. Lebman;
la fi g.
s,
de Katak del M. A. U.
18o
mm. de
de alto
130
mm. de diámetro máx imo; la fig. 6,
de Katak del M.
A.
U.:
150
mm. de alto
140
mm. de diámetro máximo;
la
fig.
7
de .
Recuay, del Museo Volkerkde de Berlín, des–
crita por W. Lebma-n ;
la fig. 8 de Katak,
del M . A . U .
150
mm. de alto
130
mm. de
diámetro máximo; la figura
9
de Katak: del
M. A. U .
150
mm. de alto
120
mm. de diá–
metro máximo; la fig.
10
de Katak, procedente
de la colección Dextre. M. A. U.
220
mm. de
alto
170
mm. de diámetro máximo;
la fig.
11
de Carhuaz: del M. A . U.
18o
mm. de alto
170
mm. de diámetro máximo.
(127)
La fig.
1
pertenece a un vaso
negr~
de <libujos grabados con punta
fi na, descu–
bierto por Lafone en Santamaría
y
descrito
en R. M. L. P . Tomo XV. La fig.
2
pertene–
ce a un vaso de la alfarería pintada de Cha·
quiago, descubierta y descrita por Lafone en
R. M. L. P . Tomo XII Pág.
57.