UN ROSTRO MATEMÁTICO
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ni objetos, ni ornatos, ni símbolos, constituyen algo nuevo y original
del altiplano, de tal modo que el patrimonio etnográfico, o
cultura,
por
lo que indican los restos, no ha sufrido alteraciones.
Préstase excepcionalmente a la meditación este aparente contrasen–
tido, que se resume en la fórmula: identidad de contenido objetivo, y
desigualdad de expresión figurativa. Me atrevo a decir que posiblemente
el misterio no es tan hondo si tenemos en cuenta el factor ergológico.
Como es sabido, desde que varios investigadores lo han demostrado, un
pueblo transfiere habitualmente de una a otra industria las modalidades
requeridas por la materia. que más ampliamente está acostumbrado a
tratar.
Se ha observado que muchos artistas del Renacimiento, trataron
el mármol con lógica de pintores. En los pueblos primitivos el efecto
estilístico debido a peculiares tirocinios industriales es todavía más sen–
·FIG.
66
Escuhura acéfala
tiahuanaca ,
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3
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en
tste escrito,
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influencia
técnica de
peculiares
industrias.
sible. Tenemos así a artistas de la arcilla
que han impreso al figulino la forma y
los adornos de una obra de canastería .
Muchas de las llamadas estilizaciones del
dibujo de un animal o planta son efec–
tos de la misma causa. Observando los
rd1eves de Tiahuanaco no es del todo
difícil establecer que los consnuctores se
han conservado fieles a un arte extraño
ht escultura, cuya influencia ha sido
decisiva en el orden general de la compo–
sición, y además ha determinado la con–
cepción de las singulares figuras, del friso
y de los detalles estilísticos de cada una
de ellas . El
quid
que diferencia este esti–
lo de los de Nazca y Chimú, es el res–
peto de
todas las ex igencias de dibujo
que impone el arte del tejido. Con una
frase expresiva indica MITRE esa tiranía
lineal, al decir que la cara del personaje
central de la portada es
un rostro mate–
mático
(XIV,
p. 19) . Los escultores han
transferido a la piedra no solamente las
reglas de construcción de un dibujo so–
bre la pauta cuadra ngular de un caña–
mazo, como lo demuestra a
las claras
el personaje acéfalo de la fig . 66, sino