~
88
-
ctdieron
lJilOS
pueblos a otros en el
poderíoy
la
grandeza; que hubo oca.sos
y
reno.ci–nüentos,. invasiones, conquistas, guerras
de suprem·acía; que nacieron
y
murieron
las civilizaciones, marcando imborrable–
n1ente su trayectoria; que hubo diversidad
de
tipos antropológicos
y
etnográficos, de
.lengua
y
religiones, de costumbres
y
de
l1ábi tos; que el Perú, en fin, era el punto
tle convergencia de todas las razas, al
mis·
·1no tiempo que es el campo de separación
a causa de sus accidentes telúricos.
Una mirada panorámica de
la multitud
de gru Jo convivientes podría darnos la im–
presión de lo disperso, desemejante e inar–
mónico ; un
juicio precipitado haríanos
pensar en la fragmentación indefinida de la
especie en razas de caracteres opuestos; el
Perú resultaría así un pueblo caótico.
Pero no es sino apariencia la irreductible
heterogeneidad. La
investigación detenida
encuentra los lineamientos esenciales de un
vigoroso organismo colectivo, los fundamen–
tos de una hipót.esis monogenista .
Agrarismo
Co1no desaparecen las anfractuosidades
del terreno
á
medida· que. se
eleva
el observa–
dor, así se
~sfuman
también las diferencias
reputadas
co.mocardinales. Y los grupos que