o reivindicación, no sólo de los indios,
sino
también de todas las clases proletarias.
Las fiestas del CORPUS, en cambio,. tie–
nen un carácter, puede decirse, sensualista, de
evidente y enor1ne influjo del alma indígena.
Las fiestas de los RAIMIS del antiguo im–
perio se reproducen en ciertas formas veladas
en las procesiones del Corpus,
igua~mente
que
aqu el desborde de los sentidos que seguía a la
celebración de dichas fiestas agrícolas e idolá–
tricas, como una forma de culto a las belle•
zas de la naturaleza.
El Corpus es, pues, otra de las
fiesta~
más
típicas del Cuzco antiguo, mezcla de idolatría
y
catolicis1no. La grandeza del_Cuzco colonial,
su opulencia y
Íílueza fabulosa, su vida social,
_sus costu bres
ingularísimas, etc., se trans·
parentan en la célebre fiesta aludida-aun
cuando va decayendo año tras año, a medida
que la civilización moderna se abre paso.
En la colonia, la ciudad del Cuzco era te-
-nida como la primera
y
más principal del vi–
rreinato del Perú, por aquella celebridad mi–
lenaria que tuvo como centro
y
foco de la cul–
tura de los incas.
· Los reyes de España, en pragmáticas
y
cédulas reales, le daban por título de alta no–
bleza: ·"La grande, noble y fidelísima ciudarl
del Cuzco, cabeza de los reinos
y
provinr.ias del
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