HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN
PERU.~
TA
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"Por esto es necesario advertir en ello; especialmente que
e~ta
fiesta del Itu la hacen hoy en las danzas del
Corpus Christi,
ha–
ciendo la danza de la
Llamallarna
y del
Huacón,
y otras conforme
a sus creencias antiguas."
Que en las fiestas y regocijos del antiguo Chinchasuyo, loca–
lizadas en Nasca y la Llallagua o tarasca de que tratamos tuvo
una cabida preponderante, lo prueba el hecho de que el arte po–
' · lícromo y genial nasqueño no fué sino una glosa y comento de
ello, · por la cerámica, la escultura y el tejido.
En determinadas provincias del Perú y Bolivia la danza o
lidia de la
llaniallama
y del
huacón
denunciada por Polo de On–
dcgardo, parece perpetuarse, alejada de sus antiguas modalida–
des, en las diversiones popula_res del
huaoatocori
y del
tinticaballo.
En la invención del "guacatoccori"
(toro que escupe,
o
bufa)
un hombre se cobija en el cuero de
Ulil
toi:o, y embiste a cuanto
se le pone delant .
En la del " inticaiba1lo", diez o más hombres, metidos en tos–
cos remedos de ea.ball'o
enjaezados, imitan una bulliciosa. cabal–
gata, cuyo
chi
J e consiste en atropellar a cuanto ser viviente se
atraviese en su camino.
Relaciónase lo de ayer con lo de ·hoy; póngase la tarasca ehin–
chana en parangón con la
llamallama
de Ondegardo, y se descu–
brirá su relación con los bailes sagrados del
Itu
de las edades in.
.
ca1cas.
La llamallama, llallagua, o tarasca nasqueñ.a fué, en definí–
. tiva, el "número" de un regocijo popular, desprovisto de mayo:v
shnbolismo, que es como decir que no fué, ni con mucho, el
·per–
sonaje
de una mitología determinada.
Fué un
j1tego;
no fué un Dios.
A juzgar por lo que nos ha transmitido el pincel del artista
chinchano, fué un informe caparazón vermiforme, armado sobre
sacuaras,
en que se r .ecataban hasta diez mujeres, es de creer que
pertenecientes a la casta sacerdotal, por ser de índole religiosa
las ocasiones en que intervino.