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HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN

PERU.~

TA

359

"Por esto es necesario advertir en ello; especialmente que

e~ta

fiesta del Itu la hacen hoy en las danzas del

Corpus Christi,

ha–

ciendo la danza de la

Llamallarna

y del

Huacón,

y otras conforme

a sus creencias antiguas."

Que en las fiestas y regocijos del antiguo Chinchasuyo, loca–

lizadas en Nasca y la Llallagua o tarasca de que tratamos tuvo

una cabida preponderante, lo prueba el hecho de que el arte po–

' · lícromo y genial nasqueño no fué sino una glosa y comento de

ello, · por la cerámica, la escultura y el tejido.

En determinadas provincias del Perú y Bolivia la danza o

lidia de la

llaniallama

y del

huacón

denunciada por Polo de On–

dcgardo, parece perpetuarse, alejada de sus antiguas modalida–

des, en las diversiones popula_res del

huaoatocori

y del

tinticaballo.

En la invención del "guacatoccori"

(toro que escupe,

o

bufa)

un hombre se cobija en el cuero de

Ulil

toi:o, y embiste a cuanto

se le pone delant .

En la del " inticaiba1lo", diez o más hombres, metidos en tos–

cos remedos de ea.ball'o

enjaezados, imitan una bulliciosa. cabal–

gata, cuyo

chi

J e consiste en atropellar a cuanto ser viviente se

atraviese en su camino.

Relaciónase lo de ayer con lo de ·hoy; póngase la tarasca ehin–

chana en parangón con la

llamallama

de Ondegardo, y se descu–

brirá su relación con los bailes sagrados del

Itu

de las edades in.

.

ca1cas.

La llamallama, llallagua, o tarasca nasqueñ.a fué, en definí–

. tiva, el "número" de un regocijo popular, desprovisto de mayo:v

shnbolismo, que es como decir que no fué, ni con mucho, el

·per–

sonaje

de una mitología determinada.

Fué un

j1tego;

no fué un Dios.

A juzgar por lo que nos ha transmitido el pincel del artista

chinchano, fué un informe caparazón vermiforme, armado sobre

sacuaras,

en que se r .ecataban hasta diez mujeres, es de creer que

pertenecientes a la casta sacerdotal, por ser de índole religiosa

las ocasiones en que intervino.