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R. CÚNEO - VIDAL

Chinchana por su origen, la Llallagua, o

tarasca,

de que tra–

tamos, fué muy en particular nasqueña.

Las tierras chinchanas-tierras de maíz, de

chicha

y de ají–

tierras de abundoso y gozoso vivir, fueron prácticamente un en–

sanche territorial, religioso y

nutritivo

de las tierras altas de

Huancavelica, Guamanga y el Cuzco.

Fueron su Jauja; nombre del que

Oaucato

parece ser deri-

.

,

vac1on.

Meta, por tal razón, de nutridas peregrinaciones, la comarca

chinchana tuvo, como el Cuzco, y en mérito de la ley de concor–

dancia de las urbes incaicas, que dejamos señalada en determinado

capítulo de la obra presente, sus

ceques

sobre el camino ·del Chin–

chasuyo que le correspondió, y en ellos, sus adoratorios, sus rego–

cijos, sus

callaos

y sus casas de las pallas; con la diferencia, em–

pero, de que aquello

q~e

en el Cuzco se llamó

"palla-uta",

casa

de las pallas, o de las curanderas, en la comarca chinchana se

llamó "casa de dolencia ", o de dolientes

(nanasca,

en la lengua

quechua), de donde el nombre geográfico moderno Nasca.

Lugar de do ncias, la tal Nasca o

Nanasca

lo fué también de

defunciones y e tierros.

De allí, a todas luces, sus enterramientos colectivos y sus mi.–

les de tumbas, caracterizadas por su alfarería fúnebre, cuyo per–

sistente argumento decorativo es la Llallagua, o tarasca.

Escribe Polo de Ondegardo en sus Informaciones acerca de

la Religión y .gobierno de los Incas, lo siguiente:

"La fiesta del

Itu

no tenía tiempo señalado entre los antiguos

peruanos, más que en épocas de gran necesidad.

"Para ello ayunaba toda la gente durante dos días, en los

cuales no llegaban a sus mujeres, ni comían cosa alguna con sal,

ni ají, ni bebíán chicha; y todos se juntaban en una plaza donde

no hubiese forastero ni animales.

"Y aunque el sacrificar reses y otras cosas que no pueden

esconder de los españoles los han dejado, a lo menos en público,

conservan muchas creencias que tienen su origen en estas fiestas

y

supersticiones.

'

'