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sándose, real o aparentemente, en conocimientos de anatomía com–
parada que había adquirido.
"Como Galeno
y
sus discípulos, ellos conocían la anatomía de
ciertos animales,
y"
creían que el organismo humano estaba consti–
tuído como el de aquéllos,
y
de ello inducían que las enfermedades
del hombre deben reproducirse en los animales, afectando órganos
homólogos, cuando el cuerpo de un enfermo se fricciona con un
animal vivo, cómo el
cuy
o
cobaya,
el sapo
y
la rana (caira).
"Esta es la interpretación más plausible que sugiere el mé–
todo terapéutico llamado
uyhuachi,
que sigue empleándose entre
los indios,
y
cuya
des~ripción
haré en su oportunidad."
El autor presenta en seguida una lista de
ciento quince noni–
bres
correspondientes a las diferentes partes del organismo hu–
mano en prueba de que los andinos tuvieron ciertas nociones de
anatomía,
y
de que los nombres con que designaban a deterniina–
dos órganos "revelan que en su cerebro se producía un trabajo in–
telectual, en el sentido de armonizar dichos nombres con alguna
propiedad o función del órgano de tal suerte denominado".
Así, llamaron
soncco
al corazón, en el sentido de órgano
pro–
!
undo e íntimo,
que fué centro
y
razón de ser del organismo del
hombre
y
en el animal.
· Al diafragma llamar0n
huihccanan,
en el sentido de
pared
que sirvió para separar las cavidades torácicas
y
abdominal.
A
la cabeza llamaron
uma,
en el sentido de
agua o manantial,
del que se desprende el torrente del conocimiento hacia los órga–
nos inferiores.
Al codo llamaron "ccuchu", o sea
rincón
del brazo.
A
la cara llamaron
uya.
A
la nariz llamaron
sincca.
A
la costilla llamaron
huacctan tullu.
A
la mano llamaron
maqui.
A
la boca llamaron
simi.
A
la pestaña llamaron
ccechipra.
A
la ceja llamaron
urcu ccuccha.
A
la oreja llamaron
rinri.