GAPITULO XXVI
LA AMARUCANCHA
En el Cuzco e dijo
~~a.rucancha,
en el sentido de
"patio de
las serpientes",
c©mo en Tiahuanaco
Puma Punco,
en .el de
"puer–
ta de los leones".
Amaru,
vo
en
que
a
&recen ·acopladas la negación quechua
ama
(no) y el verbo aimara
arru
(hablar) fué entre los andinos la
serpiente: el animal que·
no habla;
que, a diferencia de los demás,
no emite sonidos articulados que se aproximen a la voz o al grito
humano, y sólo si
silba.
Los nombres
Puma Punco
(en Tiahuanaco) y Amarucancha
(en el Cuzco) evocan sendos atrios de adoratorios, vedados al pro-
. fano, custodiados por
animales sagrados,
en medio de cuyos bra–
midos y balidos cruzó el catacúmeno, acompañado de
sacerdotes
do1na.dores,
antes de ser admitido en el
santuario
propiamente
dicho.
En el Japón, teorías de monos, de valor
totémico,
pueblan
las colinas en que se levantan los templos famosos.
En Yucatán serpientes disformes y tortugas monstruosas, re–
producidas en sus obras de pintura y escultura por el artista Jnaya,
custodiaron el acceso de los templos.